La Revolución del Alimento en Lata: Cómo Cambió la Nutrición y la Distribución

Imagina tener que comer lo que pudieras cultivar o cazar sólo cuando estuviera disponible, sin posibilidad de conservar los alimentos para más tarde. Eso era todo un desafío hasta que un inventor francés revolucionó la forma en que comemos. Gracias a él, hoy en día disfrutamos de una increíble variedad de alimentos disponibles las 24 horas en cualquier época del año.

Su nombre era Nicholas Appert y en 1810 patentó un sistema para enlatar alimentos utilizando tarros de vidrio sellados con corcho, creando el primer alimento en conserva del mundo. Este descubrimiento surgió por una generosa recompensa ofrecida por el gobierno francés a quien encontrara una forma de preservar los alimentos para las tropas.

Appert reparó en que la razón por la que cerveza y vino no se echan a perder es porque las bacterias no pueden sobrevivir en ambientes sin oxígeno. Así que ideó un método para eliminar el oxígeno de botellas y tarros llenos de comida hirviendo y sellados herméticamente. De esta forma, la comida se conservaba durante meses sin refrigeración.

Esta innovación resultó revolucionaria en varios sentidos. En lo práctico, significaba que las personas tenían acceso a alimentos frescos incluso cuando estaban fuera de temporada. Y los navíos podían realizar viajes más largos abastecidos con comidas enlatadas no perecederas.

En lo nutricional, permitió incorporar verduras, frutas y carnes en la dieta durante todo el año, lo que mejoró notablemente la salud pública. Y en lo económico, representó una oportunidad para desarrollar una industria de alimentos procesados de larga data.

Sin embargo, los tarros de vidrio tenían varias desventajas. Eran pesados, voluminosos y frágiles, por lo que su transporte y almacenamiento era engorroso. Fue recién en 1820 cuando se inventó la lata de hojalata, revolucionando el envasado de alimentos de forma definitiva.

Esta nueva forma de embalaje, más ligera y resistente, hizo posible la distribución masiva de conservas. Poco a poco, fueron apareciendo empresas dedicadas a envasar productos como verduras, frutas, carnes y sopas en latas para su exportación global.

Uno de los grandes impulsores del auge de las latas fue el barco ballenero estadounidense. Sus largas expediciones de varios años abasteciéndose sólo de alimentos enlatados popularizaron este método de conservación. Para fines del siglo XIX, las latas habían reinado el mercado alimenticio.

Alimentos como el salmón, las aceitunas, las nueces y los frijoles en lata se hicieron omnipresentes. Y para el siglo XX, existía una enorme variedad de sopas, jugos, carnes y vegetales envasados industrialmente. Esto permitió que las familias trabajadoras tuvieran acceso a alimentos nutritivos de manera práctica y económica.

Otro gran impulsor fue la expansión comercial por ferrocarril en Norteamérica y Europa. Las industrias alimentarias se establecieron cerca de las estaciones para abastecer con latas a los pueblos lejanos recién conectados. Así, familias de granjeros aislados podían disfrutar por primera vez de comidas como maíz, espárragos y judías que no cultivaban.

En la actualidad, pese a la introducción de nuevas tecnologías como el envase aséptico, la lata sigue dominando el mercado de alimentos en conserva. Su resistencia y larga fecha de caducidad la mantienen como una opción práctica y accesible. Su invención cambió para siempre la historia de la nutrición humana, haciendo que disfrutemos de más comidas en cualquier época y lugar.

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